lunes, 31 de octubre de 2016

Crónica de otra reforma escolar. (I)

Hace tiempo que resuenan los anuncios de una, u otra, reforma escolar; del sistema escolar, podemos convenir; quizás estemos de acuerdo también en que es un asunto siempre encima de la mesa: hay que reformar la escuela.

Si de crónica se trata, habrá que relatar los hechos uno detrás de otro, ajustando el relato a los tiempos. Si de crónica se trata, la cronología es importante. Podemos poner una fecha de salida, aunque sea arbitraria, como casi todas las fechas de salida, en el sábado 29 de octubre de 2016; el candidato a presidente del Gobierno de España, y auctor de la LOMCE (ley Wert) en su primera etapa de gobierno, cede a la oposición que debe dejarle gobernar, la invalidez académica de las reválidas. No deja de tener su busilis que una reválida nazca inválida.¿Se supone que tendrán valor evaluador del “sistema” que las ampara? Si caen las reválidas, ¿pueden caer, o ser modificados, otros hitos de la LOMCE? ¿Puede ser derogada, tal como pactó la oposición en el Congreso?

Estamos, por tanto, ante “otra” reforma del “sistema educativo” y, como todas, anunciada. ¿Será solo una más? Todas las que conozco  han prometido ser la última; aunque todas dejan de ser la última, casi, casi, en el momento de ser aprobadas, porque en ese mismo momento, e incluso antes,  vuelve a ponerse encima de la mesa una nueva propuesta –no, apuesta-  de reforma,  fundamentada siempre en el desacuerdo con la aprobada.

(Post scriptum: con muchas dudas, porque no sé si podré soportar el viaje de “otra” reforma escolar, he titulado este texto como (I). En vez de crónica, se puede quedar en gacetilla. Ya veremos).





sábado, 15 de octubre de 2016

Brumas ante el sistema escolar.

El autor, cuyo nombre y título de libro indicaré al final, intenta desentrañar cómo se podrá conseguir la felicidad en el siglo XXI, y se adentra  en la bioquímica como camino alternativo para conseguirla. Este texto, cuyo contexto he resumido excesivamente, puede ilustrar el impás en el que nos encontramos con el sistema escolar. Cito textualmente:

Por ejemplo, un número creciente de niños en edad escolar toma estimulantes tale con el Ritalin. En 2011, 3,5 millones de niños norteamericanos se medicaban para TDAH (trastorno de déficit de atención con hiperactividad). En el Reino Unido, la cantidad pasó de 92.000 en 1997 a 786.000 en 2012. El objetivo inicial había sido tratar los trastornos de atención, pero en la actualidad niños completamente sanos toman  esa medicación para mejorar el rendimiento y estar a la altura de las crecientes expectativas de profesores y padres. Son muchos los que se quejan ante esta situación y aducen que el problema reside más en el sistema educativo que en los niños. Si los alumnos adolecen de trastornos de atención y estrés y sacan malas notas, quizá debiéramos achacarlo a métodos de enseñanza anticuados, a clases abarrotadas y a un ritmo de vida artificialmente rápido. Quizá debiéramos cambiar las escuelas y no a los niños. Es interesante ver cómo han evolucionado los argumentos. La gente ha estado discutiendo acerca de los métodos educativos miles de años. Ya fuera en la antigua China o en la Gran Bretaña victoriana, todo el mundo tenía su método preferido y se oponía con vehemencia a todas las alternativas. Pero, hasta le fecha, todos han estado de acuerdo en una cosa: para mejorar la educación, necesitamos cambiar las escuelas. En la actualidad, por primera vez en la historia, al menos algunos creen que sería más eficaz cambiar la bioquímica de los alumnos.

(Yval Noah HARARI, Homo Deus. Breve historia del mañana, Penguin Random House G.E.,Barcelona, octubre de 2016. Página 52).