domingo, 22 de noviembre de 2015

¿Pacto nacional por la educación? (5)

Han dejado caer a través de lo micros que sería bueno ampliar la escolaridad obligatoria hasta los dieciocho años; es decir, hasta terminar segundo de bachillerato. Seguramente sería más efectivo ampliarla hasta los veinticinco, ¿no? A los que lo  han propuesto les convendría saber que en 1942 William Temple, arzobispo de Canterbury, en su libro Christianity and de Social order, también proponía esa misma edad para concluir la escolaridad obligatoria. Nadie le hizo caso. Si ya existen alumnos que se aburren desde los doce hasta los dieciséis, ¿quién conseguirá que sigan en las aulas hasta los dieciocho? Se argumenta, creo recordar, que es conveniente que los jóvenes concluyan la escolaridad con la titulación de secundaria superior. De acuerdo: ¿tendrán así más opciones de "empleabilidad? ¿Se pretende otro propósito?

En el primer trimestre de 2015 el tamaño de las empresas españolas era:


  • Más del 99 % son pymes (excluidas la pesca y la agricultura).
  • El 94 % son micropymes, con menos de 10 trabajadores.
  • El 5 % tiene entre 10 y 49 trabajadores.
  • El 0,7 % tiene entre 50 y 249 trabajadores.
  • Solo el 0,3 % son empresas medianas o grandes.
(Estos datos los transcribo del libro de un amigo, que los ha recogido de el periódico  El Mundo del 19 de abril de 2015).

Este es el mercado de trabajo al que pueden ir entrando cada mes de septiembre miles de titulados superiores (FP y Universidad). ¿Qué opciones le quedan a una persona con el titulo de graduado de secundaria, o con titulo de graduado en secundaria superior? ¿Qué niveles salariales puede ofrecer una pyme con 3 o 4 trabajadores? ¿O con 60?

En la mesa del pacto nacional por la educación lo tienen complicado (crudo), porque el sistema escolar nunca cambiará el mercado de trabajo. Deberían difuminar (ni siquiera dibujar), un sistema escolar muy abierto, con cientos (!) de opciones, y con la flexibilidad mínima para poder seguir los meandros del mercado de trabajo. Esta opción supone que el sistema escolar pierde una, por lo menos, de sus finalidades, que es cohesionar la vida nacional, y aceptar de plano que la finalidad del sistema es encajar a todos en el mercado de trabajo. Ironías: vivir los primeros dieciocho, o veintinueve, años de la vida estudiando y preparándose para poder incorporarse a la vida adulta, encajados en un sistema cerrado y muy regulado, para salir de él a otro sistema igual de cerrado y regulado: el mercado de trabajo. En esa mesa del pacto por la educación también deberían tener en cuenta que la liberalización del mercado de trabajo, más la presión del capital, está estrechando las vías de salida hacia la vida adulta. Cedo la libertad hasta los 18 o 29 años, viviendo en una especia de gineceo, para cederla al entrar en el mercado de trabajo. Lo tiene crudo en la mesa.

(Para enfocar el debate sobre el fin o los fines de la educación, del sistema escolar, ver la entrada de este blog del miércoles 24 de febrero de 2010, titulada: "Educación liberal: William Johnson".).